Amor Buenos Aires
Entré en vos como si fuera una tarde calurosa
terminamos el crepúsculo entre abrazos largos
anduvimos buscando el vino a tientas
derramamos y llegó la borrachera
pero después
después vinieron los silencios largos
como apuñalados
o apuñalándonos.
Con la noche
curamos los secretos
y nos besamos la boca con la saliva más nueva.
Desde entonces, salgo con la oscuridad
y te hago las señales convenidas.
Se vino el río
fue como decir:
el viento tiene aromas amarillos
el aire es de color violeta
el martes es el tercer día de la semana
me decido y te lo cuento
no sé vivir conmigo mismo
no sé vivir
y no sabemos.
En la garganta duele la saliva seca
pero de a poco vamos envejeciendo nuestras carnes
y llegamos al odio cuando venimos del amor
y somos fracasados transeúntes permanentes
caminantes de este miedo
el mío
el de nosotros.
La ciudad vacía
Primero fueron los puñales
y después vino la orilla y toda la amargura
de un malevaje que se estaba yendo
entre un golpe de baraja
y alguna una muerte casual
que uno había prometido.
Llegaron todas la broncas y migrantes
y trajeron la historia y la leyenda
derramaron el idioma por la calle
y de a poco
se fueron adueñando del lenguaje.
Y después se fueron los boliches
el estaño se apago como las velas
el vino empezó a tomarse con apuro
y alguien dijo amor en una esquina del centro
y se olvidaron del tango y el compadre
Entonces
entonces la ciudad se fue poblando de vacíos
ya nadie conversaba como antes
el ruido del mateo se quedó en Palermo
y llegó el rumor de muerte para el barrio.
Ahora nadie se acuerda pero dicen
que Buenos Aires tiene el bandoneón anclado
una guitarra milonga por Pompeya
y un hambre proletario apuñalado.
Jorge López Ruiz, Bronca Buenos Aires (1970)